El año pasado, Papa Noel me trajo de regalo el Monopoly (para quienes no lo conocen, la versión yanqui de El Estanciero). Y hace un rato, me dejaron de sorpresa la versión virtual (que conste que paré de jugar solamente para compartir mi emoción).
Adoro este juego desde chica, supongo que porque era el único con el que fácilmente convencía a mis hermanos de jugar juntos (siendo la única mujer entre varones, rápidamente perdí mis escasas oportunidades cuando se dieron cuenta que no me necesitaban para divertirse).
Era el juego típico de los días en mi quinta, sentados en la mesa del quincho, con el que pasábamos horas apasionados como si fuéramos los Trump del verano. La única pelea segura surgía al momento de decidir quien sería el banquero; después, sólo risas cuando ganábamos plata con el Arca de la fortuna, y burlas con morisquetas cuando alquno debía pagarnos el alquiler de nuestra propiedad edificada con dos hoteles.
En las familias numerosas, los juegos de mesa han sido siempre la mejor solución para mantener quietos y contentos a muchos con un único esfuerzo. La mía ha sido gustosa el ejemplo viviente de esta máxima: con mis hermanos al Monopoly; con mi abuelo al Dominó; con mi papá al TEG; con mi mamá a las cartas; cuando quiero ganar, al Rummy; cuando me resigno a perder, a la Batalla Naval...
...y así pasaría días jugando, encarnizadamente, como cualquier nene; festejando con una vanagloria que durará días cuando gano, o con el enojo injertado en mi cara cuando pierdo.
Era el juego típico de los días en mi quinta, sentados en la mesa del quincho, con el que pasábamos horas apasionados como si fuéramos los Trump del verano. La única pelea segura surgía al momento de decidir quien sería el banquero; después, sólo risas cuando ganábamos plata con el Arca de la fortuna, y burlas con morisquetas cuando alquno debía pagarnos el alquiler de nuestra propiedad edificada con dos hoteles.
En las familias numerosas, los juegos de mesa han sido siempre la mejor solución para mantener quietos y contentos a muchos con un único esfuerzo. La mía ha sido gustosa el ejemplo viviente de esta máxima: con mis hermanos al Monopoly; con mi abuelo al Dominó; con mi papá al TEG; con mi mamá a las cartas; cuando quiero ganar, al Rummy; cuando me resigno a perder, a la Batalla Naval...
...y así pasaría días jugando, encarnizadamente, como cualquier nene; festejando con una vanagloria que durará días cuando gano, o con el enojo injertado en mi cara cuando pierdo.
18 comentarios:
¡Hola, Manuelita!: Conociendo su gusto por los juegos varios, la desafío para un Dígalo con mímica o un Pictionary.
¡¡Abrazos!!
para ser justos, el estanciero es la versión sudaca del monopoly...
la versión virtual me duerme, pero ¿sabés de qué me acorde?, de la versión virtual del truco, esa que jugabas contra un gaucho y te cantaba con rimas envido o truco etc...
snif, tu blog da nostalgia.
beso.
L.
Santi: cuando quieras!.
Ojo, que esos juegos en parejas o grupos son traicioneros; siempre alguno se vuelve a la casa refunfuñando contra su compañero.
Besos muchos
Lucas: jeje, igual el truco no es lo mío...no se mentir ;).
Saludos
¡¡Me imagino cuánto debe haber incrementado su patrimonio con este juego!!!... jajaaa
Todos fantaseábamos ser potentados y grandes negociantes...
De mi infancia, recuerdo el "Juego de la Oca" (antiquetéeee!!!) y la "Pirinola" (¿o era "perinola"?). Con este último solía agarrarme unas rabietas interesantes...
Besotess!!
ah ! años de estanciero! con mi padre era domino, ajedrez o generala. besos
candorosa: claro, perinola: todos ponen me solia salir a mi. besos
Cando: creo que la primera vez que terminé de jugarlo fue ayer...y le ganéeeeee!!. Siempre nos agotábamos antes de terminar, así que nunca llegué a comprobar mi buena fortuna.
MNSH: a mi me gustaba tirar los dados en la generala, por el ruido que hacía el vasito, pero jamás aprendí a jugar; al ajedrez menos que menos. Y a la perinola llegué tarde
Besos muchos
yo era fanatico del T.E.G. y el estanciero, con mis amigos estabamos tardes enteras (no habia tele) y tambien con el ajedrez cuando lo hacia con mi tio Alberto.La batalla naval la ganaba siempre porque soy el rey de los tramposos...y bue, alguna virtud tenia que tener! je je
Es un juego muy entretenido.
Otro que me gusta es el pictonnary y carrera de mente.
Besos
Ultrathor: jejeje mire Ud. Ya decía yo que no podía ser tan bueno ;)
Jorgelina: detesto el carrera de mente! siempre pierdo.
Qué lindo cómo describís tus recuerdos familiares ligados a los juegos. Me encantó este post!
A mí me gustaba jugar al ludo y al ajedrez, pero en lo que soy especialista es en Scrabell.
Besitos.
Deberías aprender a jugar a la generala,no sabés lo que te perdés.
A este nunca jugué.pero probaremos.
Saludos.
Cierto es que cuando hay muchos hermanos, los juegos de mesa vienen a decepcionar los intereses egoístas. Pero aún así, siempre vienen con la recompensa de multiplicar el disfrute.
Saludos
Los juegos de mesa son increíbles; personas de acuerdo en competir por cosas inexistentes. Yo adoraba el Juego de la Vida, sobre todo cuando se conjugaba con mi sentimiento de Susanita y mi auto se llenaba de hijitos! También me quedaría horas jugando al tutti-frutti, ese me gusta porque con pocos elementos podemos pasar mucho tiempo..beso!
DLHD: gracias nena!.
Uy, ya tengo con quien jugar al Scrabel!; casi todas las personas que conozco, lo aborrecen.
Ezequiel: sale y vale, hagamos cambiazo de enseñanzas lúdicas y después...a entrenar.
Cronopio: ciento por ciento de acuerdo con Ud.
Ada: qué cierto!. Nunca jugué al Juego de la Vida. El tuti-fruti era el juego preferido en el colegio, porque era perfecto para jugarlo durante las aburridas horas de dibujo o de manualidades.
(me estoy dando cuenta que me queda todo un mundo por descubrir aún en esto de los juegos de mesa)
Besototes para todos
A mi me encanta el Monopoly, tengo el que me regalaron cuando tenia 10 a�os en USA pero todavia mis chicos nos les llama la atencion. Ya lo jugue tambien con ultrathor que es super competitivo, pero no hay caso no pega una. beso.
Blue: jeje..entrenalo, así tenes un rival a tu altura. Besos
Nunca lo jugue, nunca.
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