Regalos de otros mundos

Casi me largo a llorar de la emoción cuando lo encontré... ¿por ese vaso de pástico digno de un "Todo por dos pesos"? (al que se atreva siquiera a pensar esa idea bárbara, le advierto que se abstenga de comentarla sino quiere merecer el ostracismo).
Pues sí, ese humilde vasito vale mi conmoción más auténtica.
Viajó a casa -junto con otros dos que pertenecían a mis hermanos- directamente de Estados Unidos, de manos de una pariente (o conocida emparentada) de mi abuela paterna, a quien conocemos como Paquita.
Esta buena señora, gracias a la ternura que le inspiramos cuando nos vino a visitar a mis 3 años, se tomó por costumbre enviarnos regalos desde sus pagos (¡qué suerte que nos conoció de chiquitos!, porque sino nos agarraba de grandulones no le hubieramos provocado ni lástima, y seguro nos perdíamos de disfrutar su altruismo).
Los juguetes que nos mandaba eran el súmmum de lo novedoso y original, y en medio de una Argentina devaluada e inflacionaria (mirá qué casualidad...cómo ahora, pero ya sin Paquita regalona) eran la envidia de nuestros primos y amiguitos.
Así llegaron a nuestras manos un robot con panza de pantalla a color; un mini horno microondas eléctrico, que cocinaba de verdad los preparados de galletitas y tartas que incluía en sobrecitos; una máquina de hacer helados que tenía forma de casita, con una chimenea de Snoopy que empujaba el hielo para triturarlo y escupirlo por la puerta, donde lo esperaba el vaso, listo para que el polvito mágico que traía convirtiera el hielo picado en un delicioso sorbete; un delantal con un bolsillo que lucía prólijamente 30 crayones de colores; una máquina de escribir de juguete con una tapa que la transformaba en una cómoda valijita (la misma que un día que entraron a robar en casa se salvó del saqueo por estar escondida debajo de la cama, oculta de las malas intenciones de mis hermanos)...
¡Y vaya uno a saber cuántas cosas más que quedaron en la Aduana! (bah, en la casa de algún despachante, o en alguno de los negocios de "todo importado"- la Salada de la época-); porque salía más caro pagar los impuestos de importación que viajar a Estados Unidos. Por un chisme de mi abuela supe que entre las cosas que quedaron abandonadas a su suerte había una muñeca de tamaño real, que hablaba y cantaba en inglés. Durante años la imaginé, la soñé y la esperé....¿quién la tendrá ahora? (no en vano sufrí al leer "Cuando Hitler robó el conejo rosa").

Volviendo al vaso: con él tomaba el cafe con leche, la chocolatada, el jugo y todo lo que le cupiera; varias veces, acompañado de las mismas galletitas de animalitos que las de la foto, que tenían un sabor tan insulso que hacía que duraran todo el mes, y que venían con unos confites grandotes, mas feos que comer revoque (evidentemente, eran baratas).

10 comentarios:

Moe dijo...

Creo que no voy a permitirle que hable así de las gloriosas, maravillosas y añoradas galletitas del zoológico (allí te las vendían, en una bolsa de papel blanco).
Las extraño, aunque sé que por ahí puedo llegar a encontrarlas.

Manuelita dijo...

Jeje..tiene Ud. razón, las vendían en el zoológico; e insisto: eran tan feas que ni la jirafa las comía(evidentemente, para gustos se han hecho colores).
No las extrañe más, Manuelita se las consigue ;).
Besos

El rincòn de mi niñez dijo...

No te preocupes, somos dos las que nos da ganas de llorar cuando vemos algo de nuestra niñez.Muchas veces pego mis alaridos,que hace que los vendedores me quieran dar con un hacha.Hermoso el vasito!!! que rico si hasta una chocolatada me dió ganas.
Las GALLETITAS las sigo comieeeeeeendo son riquisisisisamas,Hasta las de colores me como.
Primero las bolitas blancas,el perro las celestes por que son amargas, (y el las adora)despues las amarillitas,y al final los animalalitos, en ese mismo orden.El mismo que usaba cuando era niñita.Pero ahora con un poco de culpa por que soy vegetariana jajaja.Pero en fín cierro los ojos y lo disfruto ,besos miles

Manuelita dijo...

Jajajaja...vos también canjeaste tu alma a cambio de la infancia eterna?...ya vengo encontrando varios Dorian Gray por ahí.
Me pa´que va a sobrar espacio en el Paraíso.
Muchisísimos besos

Anónimo dijo...

¡¡Qué suerte la suya la de tener a Paquita!!!

Me la imagino a usté, sufriendo por lo que se enteró que le habían enviado, pero que nunca recibió...
En la Aduana, los muchachos siempre han tenido las mismas costumbres!!!

Besotes!!

PD: tiene razón, la macitas de animalitos son de lo peor y los confites, apropiados para arrojar con la gomera!!! ajajajaja

Manuelita dijo...

Bueeno..al fin alguien que confirma que no vengo fallada!! esas galletitas eran y son feas

Fabián Aimar (faBio) dijo...

el vasito mola... montón...
pero esas galletitas... sabor a nada... y esos confititos que ni dulces eran, con sabor a harina prensada puajjjj
Poné un platito de sonrisas que me gustan más y las echo de menos
saludos

Manuelita dijo...

Bien!! uno más que confirma que mi paladar infantil funcionaba como la gente.
Es cierto...el sabor de esos confites era a harina!!!!. La verdad, se hubieran ahorrado el gasto; ya bastante feas eran las galletitas.
Besos y gracias por la visita.

Jorgelina dijo...

Siii!!!
Esas galletitas eran horribles,mi mama las compraba y yo se las daba a escondidas a mi perra salchicha.

Manuelita dijo...

Vamos por más! ahora ya me siento con apoyo para hacer una sentada contra el consumo de estas galletas.
Besos