De lo mejor a más



"Primer amor, nunca voy a olvidar

toda la emoción, de ese beso especial.
Fue muy fácil saber que nacía el amor,
cuando dijo que sí algo nuevo empezó..."




Iba tarareando ese jingle de Coca Cola, por el pasillo del colegio de mis hermanos, el día en que me sentí la más linda.
Ese día, como todas las tardes, por orden del comando mayor paterno, debía esperar a que salieran mis hermanos del colegio para volvernos todos juntos a casa. Obviamente, que entre hacer tiempo encerrada en mi colegio, donde pasaba 8 horas seguidas rodeada de mujeres y monjas, y esperarlos en su colegio, cuatro veces más grande que el mío, y rodeada de chicos, la segunda opción se convertía en la única sensata y hasta vital para mi salud mental.
Así fue como sucedió que ese día la vanidad me iba a encontrar sentada en uno de los bancos de cemento del patio chico, ridículamente vestida con uniforme y con la camisa arremangada, jugueteando con un reloj pulsera que me habían regalado mis abuelos, y del que vaya a saber uno porqué, hacía alarde.
Y así me encontró también un chico que se acercó y me dijo: -"Mi amigo gusta de vos y quiere conocerte"-. Mi respuesta fue rápida y ocurrente, como si estuviera acostumbrada a ese tipo de declaraciones: "que venga él entonces". Y él vino...junto a diez amigos más.
En medio del interrogatorio inicial, el nerviosismo de la situación me llevó a pararme y terminar acorralada por todos mis encuestadores contra una mesa de ping pong,
contestando lo que se me dio la gana, sólo para hacerme la interesante.
Ese histeriqueo duró un par de meses, durante los que mi enamorado (siempre con sus amigos a cuestas), me hacía sonrojar con sus halagos, me invitaba a fiestas y me proponía salidas que jamás acepté, por tener la certeza de que mis papás no me dejarían ir. La única vez que, casualmente, fuimos a la misma fiesta (la única a la que fui de mis 12 a mis 15 años), él terminó bailando con una compañera mía, mientras ella me miraba culposamente.
La historia que nunca empezó terminó con un llamado telefónico mío para pedirle con absoluta falta de modestia que no me siguiera ni me buscara más, ocultando así mi intención de no desobedecer el consejo materno de que "las nenas de 12 años son chicas para tener novio".
Cuando al día siguiente padecí su cumplimiento fiel a mi pedido, me di cuenta que jamás tenía que pedir consejos por adelantado...y menos a mi mamá.

Otras historias terminaron después, aún sin obedecer consejos; algunas por no obedecerlos.
Pero siempre está la segunda parte de la historia: una nueva aventura, o una de la misma saga, o simplemente una remake.
Sea como sea, será esa la historia que esperó pacientemente que la eligiéramos para protagonizar; esa por la que vale la pena desafiar consejos, volver a llorar y arriesgarse a la felicidad. Y en el amor, las segundas partes siempre fueron buenas.


12 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenga por seguro que los consejos "maternos" jamás nos hubieran puesto a "noviar" a una edad tan temprana.

Esta bella historia que nos cuenta, guarda el color del encanto de los primeros sentimientos y la sensación extraña de debatirse entre el "ser obediente y no"...

De todos modos la vida nos irá presentando -en su transcurso- tantas emociones e historias para "protagonizar", que simplemente por eso ¡¡vale la pena vivir!!

Muy bella su historia, ¡¡reboza candor!!!

Besote y candor, siempre!!!

El rincòn de mi niñez dijo...

Ay Manu ..¡¡que linda historia!! SI hasta recordé mi primer amor♥♥♥ El mío fué imposible.ja Duró tres años.Pero amor amor,de esos que te hacen doler el cuore♥Nunca se enteró.
Y es cierto, las segundas partes muchas veces ,te hacen volar de emoción.
Un beso

Me imaginé toda la escena donde jugabas con aquel reloj pulsera jajaja.Lindos recuerdos.

Marina Judith Landau dijo...

Qué hermosa historia de amor, y qué bien que describís todo, me saltan mil imágenes al leerte. La del muchacho con su séquito de amigos, me causó gracia, je je.
Y sí, estoy totalmente de acuerdo, segundas partes en el amor, siempre son buenas ( o será que hay historias karmáticas que completar en esta encarnación, sea como sea)
Exelente tu post, vine por aquí especialmente a buscarlo, y me voy con el corazón contento.
Besitosssss

Manuelita dijo...

Cando: es cierto, aunque más de una vez me arrepentí de no haber escuchado a mis papás...me hubiera evitado unos cuantas angustias. Pero así se hace una mujer carajo!!!
Me alegro que te haya gustado.
PD: en breve me traigo con tu permiso tu idea de andar tomando prueba sorpresa. Me divirtió mucho.

Marisa: tres años sin que se entere??? o eras de las mías que cuando más te gusta menos bola le das, o el chico era un paparulo quedado, que no se daba cuenta de tu interés.

DLHD: muchas muchas gracias!! qué lindos halagos!. Me alegro que te haya gustado y que encima te lleves recuerdo.
Besos muy muy afectuosos para las tres

El Vasco dijo...

Bueno, mi mama a los 12 no me dejaba prestar la bicicleta. A esa edad es más o menos lo mismo.

elmurcielaguito dijo...

Que narración tan emotiva que expresas del corazón y que recuerdos, imagino que como muchos tendras ganas alguna vez de sentir ese corazoncito palpitando como a los 12 , si puedo dar fe que segundas partes fueron mejores y que el primer amor existe, pero mejor es el amor para toda la vida, no importa si es tercero o quinto, importa que un beso tenga el sentimiento que debe tener y que la historia que se escribe a partir de ahi sea para hacer un cuento de hadas, aunque a veces tengamos en la historia a la madrastra malvada de Cenicienta.
Como siempre me voy meditando contento. besos. Horacio

Manuelita dijo...

Vasco: jajajajjaja a veces, es hasta más grave.

Ulrtathor: cuánta razón! ni la primera ni la única...la última. Vaya contento, y vuelva cuando guste.

Besos a ambos

mm...si producciones. dijo...

¡Hola Manuelita! Una historia Fabulosa! De las cuales, tuve muy pocas en mis primeros años de adolescencia, porque era un poco tímido.¿será que, aquello que uno esconde en alguna edad, lo muestra en otra?... en fin.
La cuestión es que sí me hiciste rememorar una anécdota de mi infancia primaria (1er grado): tenía una amiga muy bonita, con quien nos divertíamos (escondidos de la burla de su hermana que iba a 3ro, y no dejaba de gritar que éramos novios). Un día -y es lo último que recuerdo- esperábamos formados el timbre de salida, y nos mirábamos fijo entre las corridas y gritos de nuestros compañeros. La tensión se rompió cuando se me acercó y con un “hasta mañana” me dio un beso directo a la mejilla, dejándome sonrojado, estático. Todavía guardo memoria de ese momento, aunque tal vez con más colibríes en el aire.
¡La pucha, que me hiciste recordar!
¡Te mando un abrazo!
Santi.

Manuelita dijo...

Santi: ¿qué quiere decir, que ahora anda seduciendo mujeres sin ton ni son? ;).
Mirá vos!, cuando escribí esta entrada, en realidad fue porque me acordé de mi primer amor, a los 4 años (que casualmente se llamaba Santiago M...), con quien nos corríamos por la trepadora y el tobogán, pero que yo sabía ocultamente enamorado de mi compañera, muy bonita y femenina...no sería Ud.?

mm...si producciones. dijo...

Manuelita: Qué buen recuerdo.
Hace un par de años, tengo la inquietud de volver a encontrar a mis compañeros de jardín...
Mi amor ideal: enamorarme de una chica, y con el tiempo darme cuenta que es la misma que corría conmigo entre la trepadora y el tobogán.

Manuelita dijo...

¿Y qué esperas para rastrearlos?
Aunque capaz tengas la suerte de encontrar un nuevo amor que te lleva hoy a correr por trepadoras y toboganes...¿no es más entusiasmante?
Besototes

Blue Fairy meets Gepetto dijo...

Como con todo cuando uno tiene una nueva oportunidad trata de no cometer los mismos errores. Aunque eso no impide que cometamos nuevos errores que a veces pueden ser más catastróficos que los primeros. pero vale la intencion de aprender y de no herir a los demas. No queda otra que seguir en la escuelita de la vida, lástima que el diploma nos lo dan demasiado tarde...