Que así sea

"Quiero seguir creyendo en lo que no veo,
inventar lo que mi razón necesite para que aparezca la ilusión
Creer que siempre puedo tener más que lo que la costumbre da

Quiero esperar despierta mi sueño
Y merecer esa fe
Y querer siempre más
Y que la ilusión sea eterna"

Cuando todavía creía que el ratón construía su casa eligiendo los dientes más fuertes y limpios de los niños, descubrí en una cajita de terciopelo, apoyada en el dintel del ventiluz de la cocina de mi abuelo, que ahí estaba su depósito de ladrillos. Y ese día fue el fin de mi ilusión.
Porque durante un tiempo, cuando mis dientes se pusieron testarudos, empecé a creer que el ratón podía querer cosas mucho mas interesantes que mi cuidada dentadura - con tantos "ladrillos" acumulados ya se debía haber construido el Taj Mahal-; y por eso dormía la siesta con algún libro de cuentos o algún juguete debajo de la almohada esperando su visita. Lo asombroso es que cuando despertaba, la realista inconcreción del trueque no me decepcionaba, sino que me impulsaba a pensar qué otro objeto ofertarle al incógnito, atento el "evidente" desinterés en lo ya ofrecido.
Subida al mismo tren de la credulidad, varias veces vi a Papá Noel volar por el cielo, e incluso fui testigo de las huellas que los camellos de los Reyes Magos habían dejado en mi quinta al traernos los regalos.
Creí también ver al hombre que le sacaba punta al obelisco; que las "monchetas" que mi abuelo anunciaba como menú del día eran las albóndigas que finalmente terminábamos cenando; y que cuando papá nos contestaba que íbamos a "a sancochar la mangroya", eso significaba que realizaríamos alguna actividad (vaya a saber uno cuál) en las bodegas que estaban debajo de los arcos de Juan B. Justo, nuestro destino final.

Y un día, dejé creer que si me tragaba las semillas de la mandarina me crecería un árbol en la panza; dejé de dormirme temprano para que la noche pasara más rápido; y dejé de esperar a que finalmente me cuenten el Cuento de la Buena Pipa.
Pero sigo creyendo en muchas cosas que no puedo comprobar ni ver: algunas, sólo por las dudas; y otras, sencillamente porque me inspiran, de crédula que soy nomás.


19 comentarios:

Anónimo dijo...

Lamento admitir que, ya entrando en la madurez, creía que los humanos vivíamos dentro de la tierra. Literalmente. Me preguntaba cómo diantres hacíamos para mandar cohetes al espacio. ¿Sería posible que saliesen por aquel famoso agujero de ozono?

Hasta que un día, en clase (no, no les diré la edad exacta para mantener la ilusión de que poseo algún céntimo de inteligencia), algún comentario de la profesora de turno me hizo dar cuenta de la cruda realidad. Vivíamos por sobre la tierra, no dentro de ella.

Vale decir que fue un despertar casi metafísico.

Marina Judith Landau dijo...

Qué maravilla seguir creyendo!!!
Ey...así que si me como la semilla de mandarina no me crecerá un árbol en la panza???
Bueno...yo brindo porque siempre haya cosas en las que sigamos creyendo. Que así sea.
Besitos.

Manuelita dijo...

Mariano: para que no te martirices tanto, te cuento que yo también creía que vivíamos en el centro de la tierra; y tampoco voy a develar la edad en la que me desasné...mucha gente podría decepcionarse ;).

DLHD: si si..y no te cuento lo que pasa si te tragas una moneda, porque me dijeron que si te lo digo, me crecen orejas gigantes.
Siempre habrá en lo que creer de sobra.

Besos muchos

Moe dijo...

Hace un tiempo que me viene pasando que cuando termino de leer sus cosas, no puedo decir nada inteligente.
Pero quedo muy movilizado.

Unknown dijo...

aaaah me encantó relativity con legos!!!!!

elmurcielaguito dijo...

Me moviliza mucho leer tu blog, imagino cada instancia y cada situación que narras, entonces pregunto con inocencia si me permite... puedo seguir soñando con cosas que creo desde niño, por que si dejo ese niño habre crecido y eso seria para mi una muestra que ya no puedo imaginar cosas sino ser mas realista... mostrar madurez y la verdad manuelita... prefiero seguir creyendo en los ratones que guardan dientes, por que los grandes mienten mucho mientras que los niños siempre dicen la verdad. besos. Horacio

Eduardo Jorge Terreni Vicini dijo...

Hola!
PPersonalmente, tengo una gran nosttalgia por toda esa inosencia que ten íamos cuando chicos.-
Lamentáblemente, las generaciones de hoy ya no la tienen tanto.- Los psicólogos la mataron.-
A mi m gustaa, a veces, soñar que es mentira que las estrellan son mazas incandescentes por las manifestaciones atómicas de su núcleo, y pensar que son diamantes, o lágrimas, o mil ojos...
Mi ya un poco desvensijado romanticísmo lucha por sobrevivir ante la ciensia, y por momentos lo logra.-
No es que me crea todo, pero, a veces, "comprar" una de éstas ofertas, pienso, es plata bien inverttida.-
Besos
Eduardo

Jorgelina dijo...

Quiero seguir creyendo algunas cosas para mantener la cordura...jijiji
Una alegria pasar siempre por tu blog,me dejas pensando siempre.
Besos

Ada dijo...

Todo sigue existiendo en un rincón y no es una frase hecha. Aunque yo compre los regalos para navidad y también los esconda para jugar con mis hijos, en el momento de descubrirlos el cosquilleo del corazón es igual que cuando era chiquita..no hay que perder nada de todo aquello! Besote

Manuelita dijo...

Moe: prefiero enterarme de lo segundo que leer sus comentarios inteligentes. Para eso visito su blog.
Sepa que acá no se espera más que disfruten el paseo.

Lucas: jeje. Yo quisiera estar dentro

Ultrathor: gracias por hacérmelo saber.
A mi tampoco me gusta esa "madurez", si atrofia mi capacidad para disfrutar de las cosas más triviales.

Eduardo: siempre es preferible una ilusión eterna a una realidad contenida. Una motiva, la otra frustra.
Gracias por tu visita.

Jorgelina: gracias!. Es lindo saber que hay palabras efectivas.

Ada: creer no tiene porque ser un signo de infantilismo. Hay ilusiones que encuentran como transformarse de la mejor manera. La tuya es una.

Besos muchos para todos

El rincòn de mi niñez dijo...

Ahora comprenden ,por que me niego a crecer!!!.

Un beso enorme.
Lindo post para emocionarse.

Anónimo dijo...

La incredulidad nos hace hoscos y parcos...
Creer en lo que nos aproxima al eterno niño que seguiremos siendo, es un placer imposible de quitar...

Besotes y candor!!!

Lucas Varela dijo...

de cierto modo ya estamos dentro... (foaah frases ambiguas que uno dice para parecer interesante)

Manuelita dijo...

Marisa: mas vale nena!!. Somos y seremos niñas...y a mucha honra!.

Cando: prefiero perder por ser crédula

Lucas: jeje. No podés andar desparramando inteligencia gratis nene.

Besototes

Blue Fairy meets Gepetto dijo...

te aseguro que cada vez se me hace mas dificil crearles fantasia a mis hijos, uno los rodea de realidad para que puedan sobrevivir y lo combinas con dosis de magia para que sigan siendo niños, pero todo atenta contra nuestros planes. Es cuestion de buscar el punto justo. Me doy cuenta que ellos saben la verdad pero muchas veces me siguen la corriente para verme feliz o para prolongar su propia inocencia.

Fender dijo...

Yo no sé cuando perdí el ánimo por las ficciones que exigían creer en cosas que mi razón (y, luego, mi experiencia) negaba.
Supongo que fue porque siempre le dí vueltas a todo, y ahí donde alguien necesitaba hadas para cumplir deseos los deseos de un niño bueno, yo me preocupaba por saber si el niño era realmente bueno, si lo que pedía era lógico o equivalente, si yo pediría lo mismo, si no bastara con que existieran hadas para encima andar molestándolas con una frivolidad...

Bueno, creo que ya me conoce. Por ejemplo, aunque leía ciencia ficción, más analítica si se quiere pero igualmente habitante del reino de lo maravilloso, jamás creí en la realidad de OVNIs, hombrecitos verdes ni viajes interestelares.

Lamento, eso sí, no recordar impresiones extrasensoriales tempranas, siendo que recuerdo cosas cotidianas que nos pasaron antes de cumplir los dos años. Quizá mis únicos compañeros sobrenaturales fueron aquellos que atormentaron mis miedos hasta casi los diez años.

Manuelita dijo...

Blue: el micromundo de la infancia la mayoría de las veces no necesita de nuestra intervención; más bien necesita que no nos entromentamos. En todo caso, creo que nuestra tarea está en no desilucionar más que en crearles ilusiones. Para lo último no hay como los chicos.

Fender: algunos nos sacan la ilusion a sopapos mientras a otros se nos derrite de a poquito. No hay una forma mejor que la otra, porque más tarde o más temprano todos nos sentamos a desarmar para ver como funciona. A los que la ilusión les duró más les dolerá más pero más tarde. Y a los que nos duró menos ya estaremos curtidos pero con algunas añoranzas. Nada es gratis, en el mejor de los casos, un trueque.

Fender dijo...

Bueno, pero yo no tengo a quién culpar de haber perdido nada.
Para mí no hubo transición, o no la recuerdo (como dije) y se debió, más que nada, a un espíritu demasiado inquisitivo. Ya hubiese querido mi vieja que soñara con ángeles o gnomos...
Igual, no tengo de qué quejarme: mi imaginación, liviana del peso de lo sobrenatural, siempre fue muy activa y la ensoñación existió (ejem... existe) con cosas más tangibles. Aprendí el "que pasaría si...", que sólo nos es dado a los capaces de no atarnos a ningún paradigma, sea de este mundo o de cualquier otro.
Si alguien vino y me dijo "los reyes magos son los padres (perdón por el spoil! XD), no tengo nada que reprocharle: los regalos vinieron igual, la espera porque llegara el día existía lo mismo, etc..
Sí, recuerdo (y tampoco lamento) el momento en que perdí la fe en Dios. La pérdida fue instantánea, no hubo degradé o plazos; pero costó mucho trabajo asumirlo, sobre todo teniendo en cuenta que no contaba con más de doce años cuando pasó.

Manuelita dijo...

Hay atrevimientos que no son para cualquiera. Generalmente se piden más justificaciones al que no cree que al que sí.
Así que no te envidio tu lugar. Pero por lo que se ve, sos lo suficientemente recio para hacerle frente.