Que sepa abrir la puerta para ir a jugar

Luego de mi ya cotidiano espionaje por uno de los blogs que valen la pena, me quedé con la sonrisa pegada a mi cara y buceando en mi memoria tras los infinitos detalles de mis momentos lúdicos. Nada complejo, si se tiene en cuenta el casi inagotable registro de esas horas de elucubración, preparación y práctica de la idea perfecta que me convertiría en lo que en ese preciso instante quería ser: princesa, mamá, oficinista, peluquera, maestra...
Mis exigencias para vestir el ambiente, buscando por todos lados los elementos propicios que hicieran indudable la escena, y la tarea de convencimiento a mis hermanos para que se prestaran a asumir sus respectivos e inaletarables roles, conseguían estremecerme más que el propio desempeño, que al fin de cuentas me terminaba agotando (o a mis hermanos...que para el caso es lo mismo, ya que el juego solitario no era lo mío...para eso leía).
Así, nos la pasábamos la siesta entera llenando el parque de ladrillos que construían los muebles de la casa de nuestra familia millonaria; o recortando láminas de telgopor (sobrantes del tratamiento antifiltraciones del techo), para decorar el tenebroso castillo de los monstruos; o juntando piedras y pedacitos de mármol que diagramaban un pueblo en miniatura, bajo la sombra de los pinos.
Esos eran mis juegos favoritos, los que daban rienda suelta a mi ansiedad por imaginar y hacer, aquellos en los que yo era príncipe y mendigo del reino según mi útil conveniencia; donde la voluntad es absoluta y el remordimiento más grande es ver a tu hermano llorar porque no respetaste tu promesa de que él eligiría el próximo juego.

Hay un texto que luce su cualidad más exquisita (y así empezó mi catársis):

"Para que el juego sea juego, hay un punto en que se cortan las amarras, se abandona el muelle y se entra en un territorio siempre inquietante del propio imaginario.
Se entra a buscar algo que jamás se encuentra pero que, por eso mismo, se debe seguir buscando. Siempre hay riesgo. Y extrañeza.
Mientras se está ahí no se será ni menos ni más feliz, ni menos ni más serio, ni menos ni más responsable que la niña que cruzaba el patio desierto ondulando los brazos en el aire, jugando a ser gaviota."
Dibujo realizado con pastel al óleo por Raquel Barbieri

8 comentarios:

LadyinBlack dijo...

No hay como los juegos para dejar volar la imaginación!. Entre las teorías que nos enseñan a los docentes, están aquellas teorías que remarcan (con marcadores de todos los colores) la importancia del juego en la infancia. Y ¿qué mejor que el jugar por jugar, para aprender a soltar la imaginación?.
Y algo que tendremos el gusto de contar toda la vida aquellos que tuvimos la suerte de tener hermanos, son esos juegos compartidos de toda hora (porque los hermanos nunca se iban a sus casas, ¡podian seguir jugando de siesta y de noche!).
Creo que se me fue la mano con el comentario... jeje!, en fin. Hermoso post. Besos!

Cassandra Cross dijo...

Nada como los juegos de infancia... Cuando uno está viviendo ese momento, parece que nunca va a terminar, que podría pasarse la vida jugando sin cansarse, y que cuando una historia termina, otra comienza. Y así hasta el infinito.
Temo por las generaciones que nos siguen. Están llenas de chicos que no han jugado, que se perdieron esta dinámica aventurera compartida, que no exprimieron todo su potencial imaginativo, relegándolo al living-comedor con tele y a la playstation.
Pero posts como este me dan esperanza.
Gracias por tu link, y saludos!!

Manuelita dijo...

Lady: acá no hay límites de palabras..bah, no hay límites.
Ciertamente, es una suerte infinita haber tenido hermanos.
Gracias y saludos.

Cassandra: yo también temo por lo mismo, pero tengo la oportunidad de no esconderme debajo de la sábana.
De nada, es lo menos que te mereces a cambio de las conmociones regaladas.
Besos

Anónimo dijo...

Jugar es una de las tareas en la que los niños son maestros.

Deberíamos permitirnos seguir jugando a lo largo de nuestra vida, esto, nos mantiene ágiles de cuerpo, mente y espíritu...

Su catársis y su recuerdo, ¡¡maravilloso!!

Abrazos!!!

El rincòn de mi niñez dijo...

Abro la puerta para ir a jugar todo el tiempo,es lo que me da vida.Soñar...
¡Como imaginaba!... las cosas que inventaba con cualquier cosita que se me presentara ..cuanta imaginación,que lindo!!
Bue todavía sigo soñando .
Vuelo y vuelo por lugares de encanto y de libertad ,donde solo pueda jugar ,amar y ser feliz...Total ningún lugar es lejos.
besos y buen lunes

Manuelita dijo...

Cando: yo jugué, juego y jugaré hasta que me aburra.
Gracias y besotes

Marisa: a la vista está que tu estrategia funciona.
Besos muchos

Unknown dijo...

Uhhh, me ha hecho recordar mis espectáculos de magia inventados para congraciarme con mi público imaginario. Venían con galera y capa incluidos.

¿Esa que está en la foto es Ud.?

Manuelita dijo...

Jaja que divertido debía ser espiar su actuación!!!

Sí, la de la foto soy yo, pero shhhhhhhhhh

Gracias por la visita