Durante algún tiempo, en mi preadolescencia, tuve la constancia de llevar un diario íntimo. En él escribía, con una prolijidad impropia, cuando mi cabeza ya estaba saturada y no podía conservar más conclusiones: enojos con mis papás, peleas con mis hermanos, escenas de amor exageradas, algún sueño cargado de representaciones, o declaraciones sin destino.
Lo guardaba celosamente, y aún así la admirable habilidad de mis hermanos lo descubría en su lugar secreto. La travesura no quedaba en leerlo, sino en hacerme saber que había sido descubierta; entonces me buscaban y leían a los gritos, justo donde mencionaba el nombre del chico que me gustaba, o donde contaba las ganas que tenía de usar corpiño...efectivamente crueles, como todos los chicos.
Nunca más tuve un diario íntimo. Sí muchas, muchísimas hojas sueltas llenas de frases, poemas y relatos poco obvios, que desafiaban la perspicacia de cualquiera que se atreviera a husmear sin mi permiso.
Hoy tengo este espacio, que cumple a veces la función de desagotar mi cabeza, y en el que no corro riesgo de que nadie encuentre lo que no quiero que se sepa, porque lo que acá está escrito ya no es amenaza.
Nunca más tuve un diario íntimo. Sí muchas, muchísimas hojas sueltas llenas de frases, poemas y relatos poco obvios, que desafiaban la perspicacia de cualquiera que se atreviera a husmear sin mi permiso.
Hoy tengo este espacio, que cumple a veces la función de desagotar mi cabeza, y en el que no corro riesgo de que nadie encuentre lo que no quiero que se sepa, porque lo que acá está escrito ya no es amenaza.
13 comentarios:
Mis diarios íntimos siguen en una caja en un lugar medio inaccesible de mi casa paterna, sin que nadie haya aún violado sus secretos. Cuando me fui a vivir sola, arranqué prudentemente algunas hojas del primer diario (uno que empecé a los nueve años) por miedo a delatarme en algunos planteos o ideas no muy habituales para la edad. Si mis viejos (el único peligro real para mis diarios, ya que mis hermanos nunca tuvieron curiosidad por nada que yo escribiera, je) los hubieran leído, hoy tendría que estar respondiendo muchas preguntas, me temo.
Por lo demás, abandoné la costumbre un tiempo después y seguí de manera dispersa, tal cual vos, Manuelita.
Saludos y buena vida!
Hoy usté es valiente, ¡¡¡ya no teme la presencia de hermanos que la delaten!!!
De todos modos, avise si aparecen por el blog, ¡¡así la defendemos!! jajaa
Me hubiera gustado tener hermanos varones... pero se hubieran aburrido conmigo, ¡¡no tuve "diario íntimo"!!!
Besototes y candorosidá!!!
Te comprendo, en mi caso, la amenaza era mi madre, que siempre lograba encontrarlo, y las consecuencias fueron nefastas.
Se agradece la confianza de poder leer aquí tus escritos, y permitirnos llegar a conocerte y deleitarnos con tu blog.
Besos y abrazos.
Qué alivio, poder escribir pero sin necesidad de ocultarlo! Yo escribí diarios desde los ocho años hasta los dieciocho y era un buen canal aliviador. Un día, viendo que ya comenzaba otra etapa y harta de la nostalgia barata, guardé algunas cosas y el resto fue a parar al fuego de un asadito! Le dejo un saludo sin hermanos indiscretos
Cassandra: por eso hay cosas que mejor ni escribirlas (ni decirlas). A veces uno no resiste la tentación de verlas fuera, pero cuando cuesta explicar lo que difícilmente otro pueda entender, mejor no dejar rastros.
Besos
Cando: si los hubiera tenido no hubieran esperado el diario íntimo; hubieran "atacado" lo que a Ud. más le molestaba, sea lo que sea.
Besototes
DLHD: la agradecida soy yo de tener contestatarios dedicados. Siempre estás invitada.
Muchos besos afectuosos
Ada: es que cuando no escribo se me nota igual. Así les ahorro el trabajo de pedirme explicaciones a los que me rodean.
Saludos para vos.
Uy ....Muy malos recuerdos sobre mis diarios íntimos.Ahora sí los escondo muy bien.Y ya no pongo etiquetas que invite a leerlo.
Un beso enorme.
Marisa: lección aprendida. Nuestra intimidad no debe ser una taza de café, al alcance de cualquiera. No todos se animan a no saber, asi que somos nosotros quienes debemos protegerla.
manuelita, por supuesto y por suerte que lo que aqui escribes ya no es amenaza de ser encontrado, no obstante, muestras como todos cosas que creemos muy bien guardadas y nos repartes a quienes somos lectores de tus aventuras las llaves para poder conocerte mejor...pero quedate tranquila, yo se guardar secretos... un beso. Horacio
Ultrathor: siempre hay cosas que dejar guardadas, pero las dichas son las que nos construyen (y destruyen) para el mundo.
Muchas gracias
Besos muchos
yo tuve un diario cuando era chica, pero a nadie le importaba leerlo...triste, muy triste. :¬(
ahora no llevo diario y tampoco escribo nada, me parece que algun dia voy a explotar con tanta informacion interna! :¬?)
lo que yo queria, gracias
Tengo catorce años y soy de Uruguay; he tenido desde los nueve años diarios íntimos hasta ahora que tengo dieciséis. Puedo decir que yo si supe donde esconderlos, dentro de un libro sobre astronomía que mis hermanos jamás tocaron en su vida, ¡buen escondite!, nunca compré esos diarios pequeños y con candaditos, porque no me gustaban, en cambió prefería un cauderno común y lo forraba con papel de colores y escribía dentro sobre mis amigas, mi vecindario, mis pasiones, lo que ocurría en las novelas que leía o que veía por la tele, y ahoar que saqué algunos que tengo gauraddos en una caja rosada, me muero de risa con mis ocurrencias inocentes... ajajja, tener un diario es una autobiografía donde luego de pasar los años, logras volver a tu niñez y /o adolescencia leyendolos..., me encanta esta página ¡y mucho!
Has sido más precavida que quien suscribe! de hecho, has sido incluso original en el escondite!. Ciertamente, si algo hoy me saca lágrimas de alegría, es releer mis escritos adolescentes; reavivan una honestidad inocente que me es necesaria
Publicar un comentario