"¿Ud. sabe lo que come?", "¿Ud. sabe dónde duerme su hijo?", "Los peligros de la arena", "Los juguetes: armas al acecho", "El glaciar Viedma: la muerte de un gigante".
Esos e infinidad de otros titulares sensacionalistas vienen plagando los noticieros, como excusa perfecta para generar paranoia y distraernos, con la boludez de turno, de lo que realmente debiera importarnos.
Años comiendo la fruta sin lavar y no me agarré ni piojos!!!!. Y sí, si mi hermano me rompía un poco las que no tengo, yo le rompía la cabeza con su muñeco de He Man; y me bastaba la penitencia de mi vieja para ir pensando que la próxima eligiría un método más subrepticio: un pellizco -lo más leve-, pincharlo con una aguja de tejer de mi abuela, o descargar mi furia con un mordisco. Esas eran armas!!! y a nadie les importaban nuestros moretones.
Todavía tengo una foto de dos de mis hermanos, a los 3 y 4 años mas o menos, revolcados en el barro del parque de mi quinta, con la boca enchastrada de pasto y tierra. Y recuerdo como un amigo mío se morfaba los bichitos bolita, u otro el revoque de la pared. A ver si soy clara: yo tomaba agua de pozo..de pozo!!!!; y no de cualquier pozo, sino de uno ubicado exactamente a 5 metros del pozo ciego.
Me han picado avispas cientos de veces; me he quemado con agua hirviendo por correr alrededor de la mesa mientras mi vieja tomaba mate; me incrusté un clavo entero y oxidado en el pié mientras jugaba a las escondidas; el piola de mi hermano, como no sabía frenar con la bici, lo hacía estrolándose contra el cerco. Un día, el avispado se partió el labio porque se cayo de boca a la pileta de natación vacía (jeje, y para colmo lo gozábamos porque estuvo como una semana sin poder hablar ni comer sólido).
Hasta una vez, un 1º de enero, mi abuelo se desayunó con un lechón que había quedado fuera de la heladera, toda la noche, en medio de un calor agobiante.
Y hoy estamos todos vivitos y coleando -menos mi abuelo, que se murió, pero no por culpa del lechón-.
Nadie salía espantado en esas épocas por estos "peligros", o por si las hamburguesas eran transgénicas, o el triciclo tenía el manubrio decorado con pinturas tóxicas. Se disfrutaba y punto. Y si terminábamos en el hospital: "bánquesela...por no hacer caso".
Mi sensación, es que hoy nos quieren asustar con el espantapájaros de Batman: esparcen la sustancia y nos miran con la máscara del pánico. Y lo más trágico, es que en la mayoría de los casos, lo consiguen.
Pero a mí no... a mí no me agarran. Y si me muero por jugar a la generala con dados de PVC, pongan en la placa de mi tumba: "Aquí yace una rebelde que ganó la partida".
Años comiendo la fruta sin lavar y no me agarré ni piojos!!!!. Y sí, si mi hermano me rompía un poco las que no tengo, yo le rompía la cabeza con su muñeco de He Man; y me bastaba la penitencia de mi vieja para ir pensando que la próxima eligiría un método más subrepticio: un pellizco -lo más leve-, pincharlo con una aguja de tejer de mi abuela, o descargar mi furia con un mordisco. Esas eran armas!!! y a nadie les importaban nuestros moretones.
Todavía tengo una foto de dos de mis hermanos, a los 3 y 4 años mas o menos, revolcados en el barro del parque de mi quinta, con la boca enchastrada de pasto y tierra. Y recuerdo como un amigo mío se morfaba los bichitos bolita, u otro el revoque de la pared. A ver si soy clara: yo tomaba agua de pozo..de pozo!!!!; y no de cualquier pozo, sino de uno ubicado exactamente a 5 metros del pozo ciego.
Me han picado avispas cientos de veces; me he quemado con agua hirviendo por correr alrededor de la mesa mientras mi vieja tomaba mate; me incrusté un clavo entero y oxidado en el pié mientras jugaba a las escondidas; el piola de mi hermano, como no sabía frenar con la bici, lo hacía estrolándose contra el cerco. Un día, el avispado se partió el labio porque se cayo de boca a la pileta de natación vacía (jeje, y para colmo lo gozábamos porque estuvo como una semana sin poder hablar ni comer sólido).
Hasta una vez, un 1º de enero, mi abuelo se desayunó con un lechón que había quedado fuera de la heladera, toda la noche, en medio de un calor agobiante.
Y hoy estamos todos vivitos y coleando -menos mi abuelo, que se murió, pero no por culpa del lechón-.
Nadie salía espantado en esas épocas por estos "peligros", o por si las hamburguesas eran transgénicas, o el triciclo tenía el manubrio decorado con pinturas tóxicas. Se disfrutaba y punto. Y si terminábamos en el hospital: "bánquesela...por no hacer caso".
Mi sensación, es que hoy nos quieren asustar con el espantapájaros de Batman: esparcen la sustancia y nos miran con la máscara del pánico. Y lo más trágico, es que en la mayoría de los casos, lo consiguen.
Pero a mí no... a mí no me agarran. Y si me muero por jugar a la generala con dados de PVC, pongan en la placa de mi tumba: "Aquí yace una rebelde que ganó la partida".
3 comentarios:
Uhhh mi vieja encima es super paranoica y le da bola a todas las cosas que escucha en la tele. Lo peor es que nos vuelve locos a todos en casa
La vida Actimel es una vida aburrida, horizontal, sin travesuras ni recuerdos que esbozan sonrisas épicas.
¿Quién, en su sano juicio, puede considerar infancia el pasar hora tras hora ejerciendo un cuidado extremo antes gérmenes malignos?
PD: Yo soy el infame que solía tener encuentros cercanos del cuarto tipo con los cercos hasta aprender como frenar la bicicleta. ¿Y qué? Sí, también he intentado besar el fondo de mi pileta con tal cariño que decidí arrojarme de cabeza. ¿Qué hay?
Jajaja...y yo que cuidaba tu anonimato en honor a tu próspero futuro...
Pero bue, tendremos que estrolarnos todos contra algo para poder tener mentes brillantes ;)
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